Cada día se habla más del tema de la carne como alimento para los humanos. Si navegas por internet puedes encontrar de todo pero es evidente que hay más y más información sobre los daños para nuestra salud relacionado con el consumo de carne convencional.
No quiero entrar aquí en el tema de “que si somos carnívoros, omnívoros, herbívoros o frugívoros” ; dejaré ese para otro día, pues hoy quiero hablar de lo que nos llega al plato.
Como en cada sociedad devota al consumismo, el precio manda y la clave para el “éxito” de una empresa es “vender mas a mejor precio”. Sabemos que ninguna empresa puede funcionar sin ganancias y por eso, aunque nos ofrezcan un producto a un precio ridículo es claro que siguen ganando un buen dinero. Entonces habría que preguntarse: ¿qué le darán de comer a esos animales para que al final el trozo de pollo o carne sea tan barato? ¿Cómo los criarán?
La respuesta es clara y muy triste: les dan de comer lo peor que hay y los hacen vivir en condiciones tan pésimas que estos animales no podrían sobrevivir sin antibióticos. En YouTube hay cantidad de videos que enseñan cómo se llevan estos criaderos intensivos y cómo tratan a los animales una vez llegados al matadero.
Todos esos medicamentos (hormonas, antibióticos, antiinflamatorios) , todo ese miedo, todo ese dolor se va a nuestro plato, a nuestro estomago, a nuestras células.
Además, si consideramos que para alimentar a estos animales gastamos una cantidad desproporcionada de recursos naturales (agua, terreno, energía), es claro que comer carne no es sostenible para nuestro planeta y nuestra sociedad. Han calculado que si dejáramos de comer carne ya no habría hambre en el mundo!
Cuando yo era niña se comía carne una vez a la semana y conocíamos perfectamente su origen: el corral de nuestra abuela, la pocilga del vecino, el establo del amigo de familia. Ahora pretendemos comer carne todos los días, cuanto más barata mejor y sin preguntar por su procedencia.
Eso mismo deberíamos hacer: preguntarnos de dónde viene lo que nos metemos en la boca, como lo cultivan o crían, qué efecto puede tener sobre nuestra salud. Una vez que llegamos allí, si queremos seguir comiendo carne, pues habría que ser más selectivos, mirar más a la calidad y comprar con más consciencia; para eso es suficiente buscar en nuestra comunidad y seguro que al volver de la esquina hay donde podemos comprar carne ecológica de animales criados en un entorno natural y feliz. En este caso no estoy hablando de la ética, del “no comer criaturas con ojos”, “no comer otros mamíferos” etc.; en este caso hablo de salud. Siempre hay que recordar que somos lo que comemos y para poder ser personas felices tenemos que comer productos criados y cultivados con amor y respeto.
Yo he elegido llevar una dieta vegana, porque desde que he eliminado las proteínas animales me siento mucho mejor, porque ya no puedo ni imaginar comer otros animales. Entiendo que haya personas a las que les gusta la carne, entiendo que haya quien no puede renunciar al filete o al jamón; lo entiendo y lo respeto. Solo te pido intentar buscar más calidad, informarte sobre el origen de lo que comes, tomar conciencia del efecto que la comida tiene sobre tu vida, la de otros y de este planeta que, al fin y al cabo, es nuestra casa.
Cuídate que te lo mereces ❤ ❤