Los primeros tiempos en Valencia fueron duros porque aunque Italia y España pueden considerarse como «primas», siguen siendo dos país con historias y hábitos diferentes. Una de las cosas que me llamó la atención fue la costumbre de abrazarse y besarse al encontrarse y despedirse. En el norte de Italia no se suele hacer (en el sur es más común) así que al principio lo encontraba algo molesto (¿de verdad es necesario tanto contacto con desconocidos?). Con el tiempo he empezado a encantarme, porque he entendido que tomarse el tiempo de saludar con un abrazo es dedicar cariño a uno mismo y a los demás. Ahora, disfruto mucho de esta costumbre y cuando vuelvo al pueblo en Italia, abrazo y beso a todo el mundo! 😉
Dicen que 20 segundos de abrazo al día son la mejor cura y prevención para todo. Estudios han demostrado que las personas que viven juntas y se abrazan tienen la tensión arteriosa más baja así como los niveles de estrés.
No es difícil creerlo si consideramos que la vida empieza en el contacto, en el ‘abrazo’ del embrión al útero materno. Sin ese contacto, sin ese abrazo nuestra vida no podría empezar.
Sabemos que para los bebes el contacto con la madre es alimento, es vital; los niños cuando están malitos o necesitan consuelo buscan un abrazo; y los adultos, qué hacemos? Nos olvidamos de lo bonito que es abrazar a nuestra pareja, escuchar su corazón, sentir el calor de su cuerpo, el ritmo de su respiración. 20 segundos para escuchar más allá de las palabras e de nuestros miedos; 20 segundos para respirar sin prisa y retomar contacto con nosotros mismo. ¿Tenemos 20 segundos al día para un abrazo?
¿Y si la próxima vez que discuto con mi pareja en lugar de gritarle veneno le digo “abrázame, por favor”?
Seguro que si nos abrazaremos más nos sentiríamos menos agobiados, menos solos y seguramente más felices. ¿Empezamos?
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